martes, 21 de mayo de 2013

VOCACION


-¿Cómo descubriste tu vocación? ¿A qué edad? 
Todo comenzó a los 17 años cuando estaba estudiando COU en Benidorm. Todos andábamos inquietos y preocupados por el futuro. Yo tenía claro que quería seguir estudiando en la universidad, pero no acababa de decidirme por ninguna carrera. ¡Me gustaban tantas! Finalmente, tras hacer las pruebas de acceso, fui admitido en una universidad privada de Barcelona donde estudiaría Empresariales y Derecho. Mis padres iban a hacer un gran esfuerzo para que completara mi formación. Una vez más confiaban en mí y me apoyaban incondicionalmente. ¡Qué bendición tener unos padres así!

Sin embargo, cuando todo estaba claro, un constante «¿por qué no?»  me perseguía día y noche. Diversos encuentros, acontecimientos y experiencias me hicieron decidirme y emprender otro camino. También aquellas palabras de Jesús: «no sois vosotros los que me habéis elegido a mí, sino Yo el que os ha elegido a vosotros y os destiné a que os pongáis en camino y deis fruto» (Jn 15,16). Me persuadía enormemente su «vete a vender todo lo que tienes y dáselo a los pobres, que Dios será tu riqueza; y, anda, sígueme a mí» (Mc 10,21). Jesús rompía mis previsiones, mis esquemas, mis proyectos... y los de mi familia. Cambio de planes: de Barcelona a Orihuela, del norte al sur, de ejecutivo a sacerdote. «¿No puede ser otro?», le preguntaba repetidamente a Dios en mi oración. Parece ser que no. Intuía que Dios quería contar conmigo y para discernirlo con serenidad y eclesialmente debía ingresar en el Seminario. Y así lo hice. Ingresé en el seminario el 29 de septiembre de 1992.

-Cuando le comunicaste tu vocación a tu entorno, ¿cómo se lo tomaron? 
Hubo de todo. «¡Mirad en quien se ha fijado Dios!» (1 Cor 1,26). Eso pensaban mis amigos y familiares, incluso yo mismo, cuando les comenté que entraba al Seminario de Orihuela. «Tú, ¿cura?», me preguntaban una y otra vez. En el grupo de jóvenes  del colegio había un amigo que era el eterno candidato para ir al seminario, pero yo no daba el perfil. Deportista, amante del mar y de navegar a vela, con buen palmarés en Tae Kwondo Do, extrovertido y amigo de la fiesta, con novia... ¿cura yo? ¡Imposible! Ni yo mismo me veía. Es cierto que algunos sacerdotes y religiosas me habían propuesto la vida sacerdotal, pero siempre me lo había tomado a broma, tan solo como una posibilidad muy lejana, no reservada para mí. Tenía amigos sacerdotes y su estilo de vida no me desagradaba, pero ¿yo cura? ¡Pues, sí, Dios me había elegido a mí y felizmente me fié de él! Cosa de la que no me arrepiento. Al final, cuando tomé la decisión, encontré más apoyos de los que esperaba. Mis temores fueron infundados y en el camino no faltaron muchas personas que me animaron a seguir hasta el final.

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